jueves, 22 de octubre de 2009

Páginas de una bitácora de vuelo


Todo el mundo gira bajo la divisa de la especulación. Las editoriales juegan a la bolsa de valores y sólo apuestan por algún título cuando saben que la brújula de las ventas se inclinará a su favor. La mayoría de las publicaciones resultan predecibles o efectistas; producto de una manufactura fríamente calculada; una literatura donde no prima el contenido, sino lo bien que se haya planeado el marketing.


El libro Pájaros de Hispanoamérica es una muestra fehaciente que simboliza la excepción a la regla. Descritas sin petulancia, sino más bien con notable modestia, estas páginas trazadas por Augusto Monterroso, tienen como destino llegar a la máxima cúspide, es decir, a las manos de los lectores que quieran aventurarse en su bitácora de vuelo.


Desde las primeras líneas del prólogo, el autor advierte que los textos reunidos en su libro no son retratos; ni siquiera bocetos o apuntes, sino tan sólo los rasgos de ciertas huellas que algunos pájaros han dejado en la tierra, en la arena o en el aire, y que él ha recogido y ha tratado de preservar.


Incursionando en el género autobiográfico, el contenido es una miscelánea de relatos ingeniosos que dan testimonio de las amistades y afinidades del autor con personajes como Julio Cortázar, Ernesto Cardenal, Luis Cardoza y Aragón, Alfredo Bryce Echenique, Juan Rulfo, entre muchos otros escritores de nuestra lengua.


Como es natural, en los recuerdos que privilegia, hay tanto de él como de los pájaros a los que alude. Fiel a esta idea, atrapa con singular estilo el diseño multicolor de su plumaje y sin entretenerse en la trayectoria aérea de ninguno, logra confeccionar instantáneas que forman parte de sus más cordiales encuentros.


El apartado dedicado a Borges comienza con la confesión de que al descubrirlo le chocaba. Cuenta, más adelante, cómo cambió su opinión inicial acerca de él hasta llegar a sentir una gran admiración: “Debemos a Borges el habernos devuelto, a través de sus viajes por el inglés y el alemán, la fe en las posibilidades del ineludible español”.


Las experiencias que cita nos acercan a través del discurso anecdótico, a los protagonistas de la literatura hispanoamericana, pero sobretodo a los afectos y simpatías del narrador guatemalteco. Estos pájaros que sacuden sus alas y obtienen una milagrosa elevación para conformar una feliz polifonía, rompen con los consabidos esquemas editoriales.


Al final, el autor se denomina ornitólogo y nos conduce a lo largo de sus exploraciones, descubrimientos y manías. Otras veces, nos proporciona la alegría de haber sentido las mismas vivencias y nos va dando sobre la marcha las armas para acercarnos con gozo a los desafíos de su labor.


Adivinamos allí a un hombre de nuestro tiempo; sereno al cabo de sus angustias, cauteloso sin llegar a ser jamás conservador. Un escritor de legado portentoso cuyas líneas están hilvanadas con un tono humorístico y donde cada experiencia se convierte en materia memorable.



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